miércoles, 8 de diciembre de 2010

A la memoria de la mamá Victoria


"Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando ..." 


 
Una llamada de mi madre a una hora impensada interrumpió, de pronto, la monotonía de un martes de trabajo y me sumió por el resto de aquel día en una profunda tristeza. “Hola hijo”. (Al escuchar su voz tuve la certeza de que algo había pasado.) “Hola mami, ¿cómo estás?”. “Se nos fue, se nos fue la mamá Victoria”. Y su voz se quebró por el llanto.

Hace unos meses tu cuerpecito, mamá Victoria, se fue apagando, la edad se te vino encima. Pero a pesar de ello estaba convencido de que volverías a pasar junto a nosotros: tu hija, tus nietos, tus bisnietos,  tu familia, otro 23 de diciembre (el día de tu cumpleaños), otra navidad. Estaba seguro que en mi próxima visita a Arequipa te encontraría viva y te iría a visitar por lo menos una vez, como siempre lo hago en mis viajes. Te encontraría en el patio sentada en tu silla de ruedas tomando sol para calentarte los huesos y aliviar el dolor, o en tu cuarto, echadita en tu cama. Te encontraría como siempre lúcida, memoriosa.
De haberte encontrado con vida, hubiera tratado de bromear con mis primos y hermanos para arrancarte una sonrisa, me hubiera gustado que una vez más me preguntes cómo me va en Lima, cómo anda el clima, me hubiera gustado escuchar tus consejos: “escoge bien a tus amigos”. Me hubiera encantado, escucharte hablar de esa manera tan peculiar  con palabras  lonccas  y a la vez utilizando, esa forma antigua pero elegante de la segunda persona del plural, el “vos”, incomparable dejo de arequipeña antigua. 
Me hubiera gustado decirte  que disfruté mucho tus anécdotas, tus memorias: “la del culo baleao”, las peripecias del tío Jorge y compañía en sus viajes a lomo de bestia entre Cuzco y Arequipa ,la impresionante remembranza de tu árbol genealógico con varias generaciones que se remontaban hasta la guerra con Chile, con nombres y fechas exactas. Me hubiera gustado recibir nuevos coscorrones. Que me pidas ponerme la chompa. Hubiera disfrutado, verte hacerte la sorda cuando de algún tema no querías hablar, pero aguzar el oído, escuchar y comentar cuando te interesaba la conversación, por más  bajito que hayamos estado hablando. En fin me hubiera gustado volver a verte, pero te fuiste.
La  falta de conciencia de la fugacidad de la vida, olvidar que estamos solo de paso en este mundo, me impidió caer en la cuenta de que en cualquier momento tu corazoncito dejaría de latir, como en efecto lo hizo  mientras dormitabas. Esa misma falta de conciencia es por la que ahora me arrepiento de no haber conversado contigo un poco más, de haber escatimado el tiempo de mis visitas.
Aquel martes que recibí la noticia de tu muerte, dije: “tengo que viajar” quería darte el último adiós. Presto busqué pasajes. Sin embargo, en algún momento y me avergüenzo, dudé. Me descontarían en el trabajo. El reglamento interno solo señala licencia con goce de haber por el fallecimiento de familiares directos hasta segundo grado. Al diablo. Igual tenía que viajar. Si no lo hubiera hecho estaría arrepentido, estoy seguro.
Llegado el entierro me sentí orgulloso de cargar tu féretro junto a mis primos, tus bisnietos. Me dio gusto poder darle un abrazo  y unas palabras de aliento  a la mama Blanca, tu hija.
Hoy me queda como último recuerdo tu rostro sereno, como si estuvieras dormidita, bien peinadita con tus brazos cruzados apretando un rosario.
Es verdad que los últimos meses te aquejaban muchos dolores a las articulaciones, a los músculos, a la piel. Hoy liberada de esas dolencias físicas, te encuentras junto a tus otros seres queridos, a quienes visitabas fielmente en el cementerio de Cayma, cuando te hacías acompañar por tus bisnietos  y nos enseñabas  a rezar a las almas benditas, a llevarles flores y limpiarles la lápida.
Fuiste, mamá Victoria, una arequipeña de noble madera, pujante, trabajadora hasta el final de tus días, siempre correcta. Te nos adelantaste, pero tarde o temprano estaremos contigo, hasta entonces.